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miércoles, 24 de junio de 2009

Solsticio de Verano y Noche de San Juan

El 21 de junio se celebra en el hemisferio norte, el día más largo del año. Definitivamente no es un día como los demás, la naturaleza, el hombre y
las estrellas se disponen a celebrar una fiesta, cargada de gran poder y magia. Hadas y deidades de la naturaleza andan sueltos por los campos;
los agricultores dan gracias por el verano, las cosechas y las frutas. También es el momento justo para pedir por la fecundidad de la tierra y de los mismos hombres.

En un principio se creía que el sol no volvería a su esplendor total, pues después de esta fecha, los días eran cada vez más cortos. Por esta razón,
fogatas y ritos de fuego de toda clase se iniciaban en la víspera del pleno verano, para simbolizar el poder del sol y ayudar a renovar su energía.

En tiempos posteriores se encendían fogatas en las cimas de las montañas, a lo largo de riachuelos, en la mitad de las calles y al frente de las casas.
A menudo se bailaba y saltaba alrededor del fuego para purificarse y protegerse de las influencias demoníacas y asegurar el renacimiento del sol.
Se puede decir que todo empezó hace cerca de 5 mil años, cuando nuestros antepasados, tan amigos de observar las estrellas, se dieron cuenta que
en determinada época del año algo pasaba con el Sol. A estos días extremos en la posición del Sol se les llamó solsticios de invierno y verano, los cuales ocurren los días 21 de diciembre y 21de junio respectivamente. Estas fechas corresponden al hemisferio norte, pues en el sur es al contrario.

Antes de cristianizarse esta fiesta, los pueblos de Europa encendían hogueras en sus campos para ayudar al Sol en un acto simbólico con la finalidad de que "no perdiera fuerzas". En su conciencia interna sabían que el fuego destruye lo malo y lo dañino.

Los viejos incas en Perú, celebraban dos festivales primordiales el Capac-Rayme (o Año nuevo) que tenía lugar en diciembre y el otro que se celebraba el 24 de junio, el Inti-Raymi (o la fiesta del Sol). Justo en el momento de la salida del astro rey, el inca elevaba los brazos y exclamaba "Oh, mi sol, Oh mi Sol, Envíanos tu calor, que el frío desaparezca. Oh, mi Sol.

En la noche de San Juan hay numerosas leyendas fantásticas, se dice que es un período en el que se abren de par en par las invisibles puertas del "otro lado del espejo": se permite el acceso a grutas, castillos, palacios encantados; se liberan de sus prisiones y ataduras las reinas moras, las princesas y las infantas cautivas merced a un embrujo, ensalmo o maldición....En definitiva, la atmósfera se carga de un aliento sobrenatural que impregna cada lugar mágico del planeta y es el momento propicio para estremecernos, ilusionarnos y narrar a nuestros hijos, nietos o amigos toda clase de cuentos y anécdotas.

Esta noche se abre la puerta que nos introduce al conocimiento del futuro y a las dimensiones mágicas de la realidad.
La noche y el amanecer, están dedicado a San Juan en un esfuerzo por cristianizar las numerosas fuerzas que se manifiestan en esta mágica jornada,
en la que todas las sociedades tradicionales de Europa ponen en marcha numerosos rituales de antiguo origen y profunda funcionalidad cultural.
Contando con el Sol y San Juan como componentes básico de la celebración, en la noche y el amanecer sanjuaneros los hombres manipulan diversos instrumentos simbólicos con la finalidad de luchar contra los distintos males que perjudican a los humanos, a sus actividades y a sus bienes a lo largo del año.
Es una fecha de transición que anuncia diversos cambio en la naturaleza, una noche de tradiciones mágicas, se caracteriza por la multitud de hogueras que iluminan la noche, los ciudadanos arrojan a la hoguera antes de su encendido pequeños objetos, conjuros, con el objetivo de hacer desaparecer los malos espíritus.
La tradición de enramar las fuentes está relacionada con la prosperidad, la abundancia y la fecundidad. La tradición dice que al amanecer del primer día de verano,las mujeres recogían de las fuentes la flor del agua con la esperanza de encontrar pareja, consebir hijos o hacerse con poderes curativos.
San Juan el Bautista es el príncipe del santoral cristiano: es el único santo del que se celebra el nacimiento y no la muerte, y su fiesta, el 24 de junio, es una fiesta solar, de luz y de fuego, decantación de los más antiguos ritos de la humanidad en la más grande de todas las fiestas.

Este es un gran día, no importa el lugar, no importa nuestras creencias, es un hecho solar, un hecho cósmico.

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