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domingo, 16 de agosto de 2009

Miradas…

“Miradas fijas y atentas a cada palabra que sale de la boca, a cada frase que se dice, se promete, se explica, se excusa, que se replica y que se acusa. Miradas lejanas, añorando creer otra vez en las palabras. Miradas que esperan un porvenir mejor, un sueño del corazón, una igualdad sin discriminación. Miradas simples y llanas que miden las intenciones y juzgan las acciones. Simples y potentes miradas…”
Son esas miradas lejanas las que aguardaban la llegada de los técnicos. Quienes se encargan de relevar datos, evaluar los trabajos y el rendimiento de los proyectos. Quienes brindan su apoyo en las labores escolares de los docentes y niños. Esas miradas que se entrecruzan con las palabras, que se codifican a través de un gesto, de un movimiento.
Diez de la mañana y la recorrida iniciaba. Caminos polvorientos, colorados y arcillosos cada vez que llueve, son los que nos llevan hacia dos islas lejanas de la urbe. La Isla Soto y Tacuari. Ambas pertenecen al municipio de Puerto Vilelas. Localidad que se encuentra ubicada a 10 kilómetros de la Ciudad de Resistencia y tan solo a 2, de la Localidad de Barranqueras. Las realidades y vivencias de ambas Islas son similares en educación y economía. En los últimos años, el Pro-Huerta ha colaborado como intermediario de las necesidades de los habitantes de las Islas y las posibilidades de proyectos y trabajos.
Las distancias son extremadamente abruptas y obstaculizadoras, ya que cada uno de los habitantes que requieren de alguna cosa en el pueblo debe recorrer 40 kilómetros hasta llegar allá. Sin autos ni motos. En los mejores casos con la suerte de alguna bicicleta o carro. Y ni hablar de la asistencia de los niños al colegio. El sistema educativo es paupérrimo y lento ante las necesidades urgentes de los pueblos.
Durante la visita de algunos de los técnicos que conforman la Fundación Huerta Niño, Felipe Lobert, Constanza Feldman y Silvia Duarte, en compañía a la técnica del Pro-Huerta que atiende dicha zona, Cyntia Aguirre, se recorrieron las instalaciones de agua que se había realizado en el marco de un proyecto iniciado por la Fundación con la colaboración del Pro-Huerta Chaco. Estuvieron presentes en la Escuela EGB Nº 797 y en su anexo ubicado en la Isla Tacuari. Donde conversaron en ambos casos, con los maestros dedicados al trabajo en la huerta con los niños.
Felipe Lobert, Ing. Civ. y Fundador de Huerta Niño, explico que este año, la fundación comienza a trabajar sobre los lineamientos de mantenimiento de los proyectos iniciados. Tal es así, que en esta oportunidad tomaron datos de todas las reparaciones que se requieren en el área de la Isla. Por su parte, la Ing. Agr. y técnica del Pro-Huerta Chaco, Cyntia Aguirre, acompaño en el recorrido a Lobert. Dónde, el Profesor a cargo de la huerta, Humberto Lezcano, contó todas las problemáticas que tuvieron en la Isla Soto como para encontrarse nuevamente en el inicio.
“Aquí hay muchas cosas por hacer, mi sueño es que pudiéramos realizar una perforación para tener mas facilidad de llegada al agua. Este tanque lo colocamos con la intención de regar la huerta, pero si no llueve no tenemos manguera para cargarlo. Y por esa razón regamos con los baldes. Hay una cisterna de agua en la escuela, pero esta muy sucia, las canaletas no tienen un colador que evite que la mugre ingrese por lo que están todas contaminadas y esa agua es la misma que los niños consumen”. Contó el maestro.

Frente a la escuela, cruzando la calle esta el río (nombre del río) y a la orilla, se encuentra “el pato”. Sistema que idearon varios técnicos que colaboraron con los habitantes de la isla para obtener con mayor facilidad el agua del río. Subiendo la mirada, recorriendo la orilla nos topamos con algunas casas. Y bien al lado de una de las medianeras se ubica una pequeña planta potabilizadora. La misma fue instalada por los técnicos del APA, (Administración Publica del Agua) actualmente ninguna de las dos cosas funciona. Las inclemencias climáticas han perjudicado al pato y al no tener agua, tampoco hay qué potabilizar.
La escuela nº 797, tiene un comedor que funciona para todos los niños de la Isla Soto. La mayoría asiste al colegio por la misma razón; por lo que los días sin clases el comedor escolar sigue funcionando. “yo se muchos oficios y eso es lo que les brindo a los niños. Hay veces que hacemos ejercicios para recrearnos, agarramos la guitarra y cantamos. Otras, damos clases de alimentación, hasta charlas de salud y prevención. Entonces no es solo de la escuela el trabajo, si no mucho más. No contamos con un profesor de educación física, de música, de plástica. Que no son más que especialidades que el niño necesita desde su infancia. Trabajamos en la educación desde la escuela hacia el hogar del alumno.” Contó Lezcano. Profesor técnico agropecuario.
Las realidades de La Isla Tacuari, no son muy diferentes a las de Soto. Las únicas existentes y muy bien marcadas por el verdor de las plantas, es el sistema del agua. El resto es completamente igual. Las necesidades siempre están a las alturas de las miradas y los niños merecen una mejor educación y contención. Esta escuela, anexo de la primera, cuenta con un grupo amplio de alumnos, quienes también trabajan en la huerta y en las otras actividades de las materias.
Huerta Niño
El Programa Mi huerta nació para dar una respuesta a esta pregunta: ¿Como hay niños con hambre en un vergel? La respuesta fue la construcción de huertas escolares de una hectárea en escuelas primarias rurales aisladas y pobres. Una solución probada que demostró ser eficaz y sustentable.
El Programa Mi Huerta es una fundación sustentada en procesos de enseñanzas completo; que brinda a los niños capacitación sobre su entorno rural y les permite mejorar su salud cultivando su propia huerta. La fundación provee una capacitación de alto nivel, la mejor tecnología orgánica y una infraestructura completa.
Vivimos en un país de 37 millones de habitantes que produce comida para mas de 350 millones de personas, pero en mas del 50% de los departamentos de las provincias argentinas tenemos niños desnutridos según muestran los índices oficiales (ref. Índice de Necesidades Básicas No Satisfechas).
Los niños con deficiencias graves de nutrición desde su nacimiento y hasta la adolescencia tienen una predisposición mayor a las enfermedades y su capacidad de desarrollo se ve disminuida. Esto trae como consecuencia una limitación en cuanto a oportunidades que los acompañará durante toda su vida. Por ello es necesaria la educación de la producción agro-ecológica de alimentos.

Coord. Prov. Pro-Huerta Chaco
Prensa y Difusión
Melisa Bogarín

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