lunes, 15 de diciembre de 2025

Pensarse, sí; decidir también

Pensarse, sí; decidir también

El artículo de Maciot Cabrera acierta al reivindicar algo escaso y necesario: la reflexión como base del progreso. Recordar el espíritu del Gabinete de Instrucción es recordar que el pensamiento colectivo fue, y debe seguir siendo, un motor de transformación en Canarias. En eso hay poco que discutir. Pensarse es imprescindible. Pero pensarse no puede convertirse en un ejercicio retórico ni en una coartada para posponer decisiones.

Porque si algo enseña la historia que se invoca es que aquellos gabinetes no se limitaron a debatir: influyeron, incomodaron, tomaron partido y empujaron cambios concretos. El pensamiento era una herramienta para actuar mejor, no un fin en sí mismo.

Arrecife, efectivamente, ha vivido demasiadas veces atrapada entre la urgencia y la improvisación. Pero también ha sufrido lo contrario: largos periodos de reflexión estéril, planes que no llegan a ejecutarse, diagnósticos repetidos hasta el cansancio mientras los problemas se agravan. Vivienda inaccesible, espacio público degradado, movilidad deficiente y desigualdades cada vez más visibles no son solo debates pendientes: son realidades diarias para miles de vecinos.

Pensar la ciudad es necesario, pero gobernarla exige algo más que pensamiento: exige prioridades claras, valentía política y capacidad de ejecución. La ciudadanía no solo pide ser escuchada; pide resultados. No basta con invocar la participación si luego las decisiones llegan tarde o se diluyen en procesos interminables.

También conviene ampliar la mirada. La reflexión colectiva no puede quedar circunscrita a círculos institucionales o culturales. Hoy el verdadero “gabinete” está en los barrios, en quienes no llegan a fin de mes, en los jóvenes que no pueden emanciparse, en quienes sienten que la ciudad se decide sin ellos. Pensar Arrecife implica incorporar esas voces de forma real, no simbólica.

El progreso con conciencia, del que habla el artículo, no se mide solo en planes bien redactados o discursos inspirados, sino en si esa conciencia se traduce en políticas que mejoren la vida cotidiana. Ahí es donde se pone a prueba la coherencia entre pensar y gobernar.

Canarias ya demostró que podía pensarse a sí misma. El reto actual es no quedarse ahí. Pensar mejor, sí. Pero también decidir, ejecutar y asumir costes. Porque una ciudad no se transforma únicamente cuando se detiene a reflexionar, sino cuando, después de hacerlo, se atreve a actuar.

Y hoy, Arrecife necesita ambas cosas. Pero, sobre todo, necesita que el pensamiento no sustituya a la responsabilidad, sino que la guíe.

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