«El secreto de la sabiduría, del poder y del conocimiento es la humildad».
Ernest Hemingway
La política tradicional jamás se ha caracterizado por ser un terreno fértil para la humildad. Parte de los problemas de una determinada concepción de la democracia representativa reside en prácticas arrogantes y actitudes pretenciosas de algunos de nuestros representantes.
Humildad, como ética de la política
En tiempo de la decadencia politica, la humildad, poco a poco, debe comenzar a recuperarse como una virtud política que los ciudadanos valoran, y mucho. Hay político en Lanzarote como Manolo Fajardo, que con el paso del tiempo, ha logrado convertirse en un ejemplo, de humildad,de saber estar, de responsabilidad.Tanto es así que ha sido definido como «un ejemplo de seriedad a seguir». Quizá, por esta misma razón, sea hoy en día uno de los políticos más valorados y respetados en nuestra isla. La sencillez de Manolo Fajardo hoy en día ya no es un posado, ya que en sus apariciones públicas se ha convertido en un casi militante de la humildad. Es auténtica, y conmueve su sinceridad, su lucha por la tierra y sus deseos de mejorar la calidad de vida de su gente.
Humildad, como práctica de lo público
Los servidores público, debe hacerse estas dos preguntas: ¿Amo a mi pueblo para servirle mejor? ¿Soy humilde y oigo lo que dicen todos los otros, las diferentes opiniones para elegir el mejor camino?».
La humildad, como actitud para liderar
Decía Marco Tulio Cicerón: «Cuanto más alto estemos situados, más humildes debemos ser». Muchos afirman que la austeridad y la humildad se han vuelto meros recursos de la comunicación política. Pero, bajo mi punto de vista, los liderazgos humildes son la respuesta a una demanda creciente de la ciudadanía que busca más ética y compromiso. Más poder ejemplar.
A la soberbia, la arrogancia, la autosuficiencia y la ostentación, se imponen la humildad, la empatía, la sencillez, la autenticidad.
A los viejos liderazgos, se imponen nuevos liderazgos. Y nuevos valores. Nada hay más revolucionario que los valores. Y de entre todos, la humildad es la condición y el ejemplo de la nueva política.
Han sido muchos los políticos en Lanzarote, de los que personalmente creo que nunca debería haber sido responsables de una institución o partido. Le faltaba a estos humildad y le sobraba prepotencia, lo puedo decir porque lo he sufrido en primera persona.
Cuando un político reacciona, ante una crítica o una campaña legítima en su contra, escupiendo insultos y utilizando su poder para borrar de la faz de la tierra a los que la critican, tarde o temprano acaba mal.
«He conocido algunos políticos humildes, la mayoría ya no ejercen como tales, y el hecho de saber que existen me hace albergar la esperanza de que otro mundo es posible»
Manolo Fajardo, fue uno de esos políticos y una de esas personas, que con el paso del tiempo, se dio cuenta de que los cambios en los seres humanos, son más que necesarios y más aún, cuando el cambió es para luchar por la mejora de su pueblo.
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